domingo, 19 de agosto de 2012

Cinco bolivianos descubren dos tipos de trigo biofortificado


Luego de cinco años de investigación, unas mil pruebas de hibridaciones y después de tres ciclos completos de cultivo, cinco agrónomos nacionales descubrieron dos nuevas variedades de trigo biofortificado en Yamparáez, Chuquisaca. 
Tienen más grado de hierro y zinc.
Tarabuco y Limabamba se denominan estas dos variedades de trigo, en honor a las dos poblaciones de Chuquisaca consideradas regiones potenciales para esta producción. 
El pasado 17 de mayo, en el municipio de Yamparáez, se entregó la documentación de las dos variedades de trigo que marcan un hito en la investigación nacional y mundial porque tienen mayor grado de concentración de hierro y zinc (entre 36% y 40% más que otras variedades de trigo), indicó Cresencio Calle, coordinador Regional de la Fundación Proinpa de Chuquisaca.
Explicó que el trigo Limabamba presenta 36,5% más de hierro y ofrece un 19% más de rendimiento comparado con trigos tradicionales o comerciales. 
En términos de ciclo, dijo que madura en el mismo tiempo que la variedad de trigos comerciales.
El trigo denominado Tarabuco presenta un 38,9% más de hierro que los trigos comerciales. 
También rinde entre 12% a 15 % más en relación a otras variedades que se cultivan en el país. La inversión en el proyecto llegó a la suma de $us 300 mil, con ayuda de la cooperación Suiza.
Una diferencia importante del descubrimiento es que para el consumo del trigo comercial se debe añadir un porcentaje más de hierro y zinc suplementario, mientras que con este trigo biofortificado no es necesario añadir nada. 
“Esto significa que al consumir este trigo y sus derivados, nosotros y nuestros niños estaremos mejor alimentados, más sanos, con más energías y con menor riesgo o vulnerabilidad a enfermedades, porque, en definitiva, es un aporte a la seguridad alimentaria para combatir la anemia y la desnutrición en la población boliviana”, expresó.
Respecto al rendimiento, el técnico explicó que tradicionalmente los agrónomos se han dedicado a mejorar el rendimiento y transformación de la producción y descuidaron la nutrición y calidad de los alimentos. Con las nuevas variedades se logrará ambos objetivos: mejorar el rendimiento y la calidad alimenticia.
Para los productores, el tema de la cantidad de producción es vital porque sólo así pueden mejorar sus ingresos. 
Pedro Alegre León, presidente de la Asociación San Isidro del municipio de Yamparáez, dijo que desde sus abuelos la producción de trigo es muy tardía y ahora su producción es más “rápida” y tienen hasta dos cosechas al año. 
Anualmente producen entre 50 a 80 quintales de trigo, cantidad que aún es baja, pero se incrementará con las nuevas semillas.
Calle manifestó que en el área rural de la región andina el trigo se come en lagua (sopa espesa), tostado, mote, chicha (refresco) y otras formas de preparado. 
Es uno de los principales alimentos consumidos por el habitante rural, enfatizó. 
“Con este descubrimiento, ojalá se pueda contemplar su uso en los alimentos para los desayunos escolares de los 22 municipios de Chuquisaca y también expandirlos a nivel nacional”, opinó Calle.
Este proyecto se ejecuta con el apoyo del Programa de Innovación Continua de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (PIC-Cosude), la Fundación Proinpa, la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa), el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (Iniaf), el Gobierno Departamental de Chuquisaca y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad San Francisco Xavier. Son instituciones que participan en el Comité Local de Trigo, detalló Roberto Arteaga, coordinador nacional del PIC.
El riesgo nutricional
Las zonas trigueras de Bolivia tienen bajos índices (entre 3 y 5) y son las más vulnerables a la inseguridad alimentaria y deficiencias de hierro en la salud
La Razón / Édgar Toro / Okinawa, Santa Cruz
la-razon.com